FORTUNY EN EL MUSEO DEL PRADO.

Del 21 Noviembre 2017 al 18 Marzo 2018

Mariano Fortuny (1838-1871) fue el artista español del S.XIX con mayor proyección internacional, con gran influencia en Italia y Francia. Fue el gran renovador de la acuarela, con una ejecución de calidad extraordinaria.

A partir de su segundo viaje a África en 1863, buscó autenticidad, partió de tipos y escenas del país con un aire de veracidad tal, que fue un estimulante cronista de época, acuarelas de quietud extrema, sutiles, magistrales...

La mayor aportación de Fortuny en la renovación artística, consistió en emprender el arte desarrollado por otras culturas, en concreto la oriental y africana.

Captó de modo sutil escenas cotidianas mediante un mecanismo óptico avanzado, con un sinfín de croquis y estudios magistrales que revelan la génesis de la pintura.

Cosechó amigos, admiradores, coleccionistas en Roma. Mostraba dotes excepcionales para captar con gran vivacidad el bullicio de la vida urbana. Su aspiración artística a la belleza le hizo buscar en la fotografía, un escenario estético creado como ambiente mágico.

El contacto con espacios abiertos como cronista de la guerra hispano-marroquí, le hizo descubrir una meticulosidad en la determinación de las composiciones, con sorprendente dominio de la técnica en acuarela, contrasta con una espontaneidad.

Su arte perfila una personalidad poliédrica, que evolucionó desde unos orígenes modestos y diversificó su obra a un amplio abanico de técnicas, óleo, acuarela, dibujo y aguafuerte...

Coincidiendo con su estancia en Madrid en 1866 Fortuny visitó varias veces el Museo del Prado, hizo copias de Ribera(San Andrés),Goya(familia de Carlos IV), Velázquez(detalle de Las Lanzas), de las más bellas acuarelas del pintor...

La precisión del dibujo a lápiz, la sutileza a través de finas gradaciones en grises, la sensación de volumen unida a la luz..."dio a la realidad una apariencia misteriosa y fantástica"

En sus primeros años, su trabajo en el taller artesanal de su abuelo, Mariano Fortuny y Baró, hábil carpintero y escultor aficionado, pueden ayudar en parte a explicar la destreza manual y técnica.

Su pasión por el coleccionismo, igual que su esposa Cecilia Madrazo, le acercó al tratamiento atento y descriptivo de los tejidos en los dibujos preparatorios potenciando la suntuosidad de las texturas.

Las acuarelas de Portici, su etapa más placentera, reflejan la parte más sensible y artística, los años anteriores a su prematura muerte, aunque nunca representó marinas, pero sí tierras cultivadas, vistas desde azoteas, deslumbrantes  efectos de sol sobre las fachadas encaladas, un arte intuitivo seducido por la belleza también del Albaicín.

Destacamos las obras en la primera sección, dedicada a Roma y ejemplos ya de madurez, aunque su traslado a África, para pintar la guerra hispano-marroquí, nutren su vida artística posterior.

Bibliografía: Catálogo de la exposición. Fortuny (1838-1874) Museo Nacional del Prado.