Exposición Georges de la Tour (1593-1652)

Museo del Prado. Madrid.

23 Febrero - 12 Junio

La importancia de la exposición estriba que de las 40 obras conservadas de mano del artista, aquí se muestran 31, cifra excepcional.

La espiritualidad emana aquí de una cotidianeidad fácil de comprender para todos, respondiendo así a la Reforma Católica en su afán de tocar los corazones para mejor conquistar las almas.

Donde el tema religioso adquiere una fuerte condición humana...a la luz de la vela fuente de vida

Una llama vacilante de una vela, reduce la paleta de colores y se hace eco de la fragilidad de la vida.

Pintor francés barroco, cayó en el olvido y es rehabilitado en el S XIX, ahora el Prado desvela su misterio...

Escenas de vida popular, interiores cotidianos, rostros de pobreza y miseria, la falsa ceguera de un pícaro, la ira, la burla o una carcajada novelesca...

Interiores cotidianos, la dignidad de la vejez, asociado a una religiosidad con introspección protestante...

Un ejercicio de audaz austeridad, de la gestualidad a la contención, músicos callejeros, mendigos, manos ásperas de trabajadores...

Pintor religioso que depura al máximo su iconografía religiosa...

Penumbra, quietud y silencio...una luz que es fuente de vida...

De la Tour tiene la impronta del naturalismo tenebrista de Caravaggio, ensimismamiento de la figuras..

Alejado de los fastos cortesanos, era hijo de un panadero de Metz, contrae matrimonio con la hija de un tesorero...

Belleza cautivadora asociada al tenebrismo barroco, el foco de luz emerge del mismo cuadro y muestra el misterio viviente...

Una escena más cómica que trágica...

El combate, inusual por su repertorio, violento entre músicos, un gaitero, la zanfonía,,el violinista sonríen cómplices hacia el espectador,el atacante saca el cuchillo y el otro responde con limón hacia sus ojos y y una manivela del oboe. A la izquierda una mujer mayor asustada pone sus ojos en blanco.Todos parecen plasmar el proverbio moralizante "Infeliz el que no pueda hallar otro más infeliz que él".

Su ciclo de apóstoles con expresiones faciales contenidas y equilibradas. Sus personajes inmóviles, graves, silenciosos, expresan un sentimiento profundo donde el espectador es atraído por la vida interior.

Georges de la Tour, original de Lorena, una región devastada por matanzas, hambres, epidemias, incendios durante la guerra de los 30 años...

Dos versiones de San Jerónimo Penitente marcan su exaltación siguiendo dictámenes del Concilio de Trento al traductor de la Biblia en latín, La Vulgata. Atribuido anteriormente a José Ribera, fue confiscado en plena Revolución a la Abadia de Saint Antoine.

En las dos versiones encontramos una maestria en el tratamiento del espacio, enteramente supeditado a la figura que lo ocupa y una afirmación rotunda del cuerpo humano en plena senectud y desnudo.Una rareza en su especie. Un hombre pues, totalmente consagrado al servicio de la palabra divina, pero también tentado por los espejismos de la creación humana. Con la rodilla en tierra, sostiene en una mano el crucifijo y en la otra una soga de flagelo manchada de sangre.. En el suelo se ve una Biblia abierta apoyada en una calavera y varias piedras de flagelación.. La principal diferencia entre ambas versiones es el capelo cardenalíceo que aparece al fondo.

En estas obras La Tour ha puesto su atención en el juego de gestos y miradas que delata la minuciosa mecánica del engaño organizado a costa de un joven demasiado crédulo cuya vanidad se revela en el lujo excesivo de su indumentaria. Un friso de personajes con una composición simétrica de perfiles y rostros de frente. Algunas carnaciones lisas y luminosas resaltan de esta segunda etapa en su carrera.

La luz de las velas de La tour, un estudio empírico y un símbolo sagrado.

La espiritualidad emana aquí de una cotidianeidad fácil de comprender para todos, respondiendo así a la Reforma Católica en su afán de tocar los corazones para mejor conquistar las almas.

Ambos lienzos reflejan el culto divino a San José, a quien el Concilio de Trento había exaltado como ejemplo del padre de familia.

Tal vez la obra maestra del "Recién Nacido" cuelga solitaria de una pared, quietud y silencio para esta escena de maternidad. La ausencia total de atributos sacros y la sincera sensibilidad, demuestra la genialidad del artista para captar la esencia de sus temas.

La Adoración de los pastores requiere la atención de los tres pastores en segundo término que marca el eje vertical de la composición y la estabiliza. La Tour introduce el movimiento oblícuo de San Jose y a la izquierda a la Virgen con las manos juntas en oración. El Niño fajado esta visto de escorzo en diagonal contraria a su Madre. Es por lo tanto San José quien introduce al espectador en la escena, sus herramientas están justo debajo del Niño dormido, que irradia luz. San José tapa la vela, interpretado, como ese Dios "oculto" en su infancia hasta su Revelación en Cristo.