PRIMERA MISA DEL GALLO DEL PAPA FRANCISCO
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1).
"También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera"Además, Francisco ha señalado que los pastores fueron "los primeros" que vieron esta "tienda", que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús, precisamente "porque eran de los últimos, de los marginados" y también "porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño". Con ellos, el Papa ha invitado a quedarse en silencio ante el Niño.
"En esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver", ha subrayado.
"Se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante".Pero en esta noche, según ha recordado, aparece Jesús, que pone "su tienda" entre todos, para "librar" a los hombres y mujeres "de las tinieblas" y darles "la luz".
"No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros".
LA LUZ ES SÍMBOLO DE DIOS
El profeta Malaquías declaraba: «Para vosotros, los que teméis mi nombre, brillará el sol de justicia» (Ml 3,20). A la luz se asocia la felicidad: «Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre» (Sal 96,11-12).
El reino de Dios es fuente de paz y de serenidad, y destruye el imperio de las tinieblas.
MARÍA,MADRE DEL SILENCIO,MARÍA LUNA LLENA EN NUESTRA NOCHE
La luna ha sido siempre un símbolo mariano, pues expresa la presencia de nuestra Madre y la función que realiza en nuestra vida cristiana. Todo el brillo que percibimos en Ella le viene del resplandor radiante del Sol de Justicia que es su Hijo.
"Quien es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna?" Cantar de los Cantares 6,10.María-como la luna- proyecta la luz del sol, cuando se nos oculta en el horizonte.Y nos ilumina suavemente los senderos de nuestro caminar hacia Dios, en la noche de la prueba.
Ella guarda silencio pero no para quedarse callada, sino para que en Ella pueda resonar clara y potente la Palabra Eterna pronunciada por el Padre. De esta manera descubrimos en el silencio de la Madre dos dimensiones fundamentales por un lado la acogida o receptividad, y por otro la expresividad participativa..
No olvidemos las palabras del Señor: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20). El Señor es claro, la condición primera es escuchar su voz. Si no lo escuchamos no podremos abrirle la puerta de nuestro corazón.
Homilía de Francisco en la Misa del Gallo
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1).
1. Esta profecía de Isaías no deja de conmovernos, especialmente cuando la escuchamos en la Liturgia de la Noche de Navidad. No se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor -y también dentro de nosotros- hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver.
Caminar. Este verbo nos hace pensar en el curso de la historia, en el largo camino de la historia de la salvación, comenzando por Abrahán, nuestro padre en la fe, a quien el Señor llamó un día a salir de su pueblo para ir a la tierra que Él le indicaría. Desde entonces, nuestra identidad como creyentes es la de peregrinos hacia la tierra prometida. El Señor acompaña siempre esta historia. Él permanece siempre fiel a su alianza y a sus promesas. «Dios es luz sin tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). Por parte del pueblo, en cambio, se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante.
También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera. «Quien aborrece a su hermano -escribe el apóstol San Juan- está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos» (1 Jn 2,11).
2. En esta noche, como un haz de luz clarísima, resuena el anuncio del Apóstol: «Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros.
3. Los pastores fueron los primeros que vieron esta "tienda", que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque eran de los últimos, de los marginados. Y fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos, desde dentro de nuestro corazón, alabamos su fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo, que te has despojado de tu rango por nosotros. Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te has hecho débil.
Que en esta Noche compartamos la alegría del Evangelio: Dios nos ama, nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas. El Señor nos dice una vez más: "No teman" (Lc 2,10). Y también yo les repito: No teman. Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es nuestra paz. Amén.
Oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia: