En la tabla de la izquierda muestra los orígenes del pecado, desde la caída de los ángeles rebeldes a la expulsión del Paraíso de Adán y Eva. Una vez abiertas la de la izquierda está dedicada a la creación, el pecado y a la expulsión de Eva y Adán del paraíso. Esta ala izquierda muestra cuatro episodios distintos: en lo alto, la caída de los ángeles rebeldes, que mientras se precipitan cambian de forma y asumen el aspecto de sapos e insectos, tema ya tratado en el escrito Die Diersche Lucidarius, una reedición del siglo XIV del Elucidanum de Anselmo, donde se compara a los ángeles caídos con sapos. Más abajo está la creación de Eva a partir de una costilla de Adán. Aún más abajo y a la derecha está el Pecado original con la serpiente con cabeza de mujer y manos con garras. Finalmente, la expulsión del Paraíso terrenal está coronada por una planta con espinas y varios frutos, uno de ellos picoteado por un pájaro como símbolo de lujuria, mientras el cardo simboliza las tentaciones de los sentidos. Se representan así los cuatro episodios en orden inverso a como aparecen en la tabla derecha del tríptico del Juicio de Viena, que sitúa la expulsión del Paraíso en último plano, no en el primero.
En la tabla de la derecha se muestran las consecuencias del Infierno. En la parte superior una ciudad en llamas recibe a los grupos de condenados y los suplicios concretos para los impíos.
En el ala de la derecha presenta el infierno y el castigo de los pecados. El infierno se representa como una ciudad incandescente, con diablos dedicados a la construcción de una torre, quizá referencia a la bíblica torre de Babel. El padre José de Sigüenza (1599) interpretó que esta construcción de aposentos y cuartos nuevos era una referencia a que ya no cabían las almas en el infierno y que los que allí entran (pues no otro destino tienen las figuras del panel central) ya no caben.3
Se repiten aquí los incendios de estructuras, tan típicos de la obra del Bosco, pues pueden verse similares igniciones en el panel derecho del Juicio Final de Viena, así como en el lateral derecho de El jardín de las delicias. Son edificios incendiados en los que se ve que el fuego viene desde abajo, como inspirándose en las entonces modernas armas de pólvora o explosiones, con lo que los infiernos que pinta el Bosco acaban pareciendo lugares de confrontación militar.
En lo alto del lateral izquierdo de la tabla del Paraíso Terrenal hay 4 escenas, esta es la primera: la caída de los ángeles rebeldes, que mientras se precipitan cambian de forma y asumen el aspecto de sapos e insectos, tema ya tratado en el escrito Die Diersche Lucidarius, una reedición del siglo XIV del Elucidanum de Anselmo, donde se compara a los ángeles caídos con sapos.
.Más abajo está la creación de Eva a partir de una costilla de Adán. Aún más abajo y a la derecha está el pecado original con la serpiente con cabeza de mujer y manos con garras.
La expulsión del Paraíso terrenal está coronada por una planta con espinas y varios frutos, uno de ellos picoteado por un pájaro como símbolo de lujuria, mientras el cardo simboliza las tentaciones de los sentidos. Se representan así los cuatro episodios en orden inverso a como aparecen en la tabla derecha del tríptico del Juicio de Viena, que sitúa la expulsión del Paraíso en último plano, no en el primero.
En toda Europa abundan los movimientos heréticos y enfermedades, epidemias..luego no eran obras devocionales sino de reflexión moral.. Felipe II entendió esta dimensión moral e intelectual y adquirió todas las obras de arte de "El Bosco", es por esta razón que hoy el Museo del Prado conserva la mejor colección tanto por cantidad como por calidad.
Casi todas proceden de la Colección Real y llegaron desde El Escorial donde Felipe II (1556-89) reunió la primera gran colección de obras de arte. La inclusión de los Paises Bajos en la herencia de Felipe II aumentó las relaciones con funcionarios, humanistas...El tiempo desdibujó los códigos para saber interpretar estas obras, tan complejas para el público, hasta se llegó a pensar que eran heréticas...Pero El Bosco fue un ortodoxo católico y el erotismo que hoy puede sorprender en "El Jardín de las Delicias" para un público no iniciado debe entenderse como forma de demostrar la condena de conductas humanas.
La tabla llama la atención no sólo por su iconografía, sino por el lenguaje simbólico y esquemático, no narrativo ni específicamente artístico.
Interesa, pues, más por la eficacia del mensaje y su funcionalidad, que por su aspecto estético (como será poco despues tann característico de la imagen reformista).
La primacía del mensaje sobre la forma alcanza su punto culminante en el SXVI.
Rostros que irritan, distorsionan, alteran las apariencias...
Este carro de heno, en que va esta gloria, le tiran siete bestias, fieras y monstruos espantables, donde se ven pintados hombres medio leones, otros medio perros, otros medios osos, medio peces, medio lobos, símbolos todos y figura de la sociedad; late la lujuria, avaricia, ambición, bestialidad, tiranía, sagacidad y brutalidad.
EL HENO SE SECA....LA FLOR SE CAE..."Toda la carne es heno y todo esplendor como la flor de los campos" versículo de Isaías.
El Bosco en la obra pretende relatar cómo todas las clases sociales quieren conseguir su parte de heno del carro, es decir, su parte de placeres y riquezas. Se retrata cómo los más poderosos, como por ejemplo emperadores, reyes, y papas que encontramos en la izquierda del cuadro, no tienen problemas para alcanzar su «ración de placer», mientras que las clases menos pudientes de la sociedad no lo tienen tan sencillo, y tienen que pisotearse o matarse e incluso son atacados por demonio para poder alcanzar algunos de esos «placeres».
...El lenguaje secreto del mundo animal...la grulla representa la vigilancia...
En todo el mundo y a lo largo de la Historia, a los animales se les ha dado una gran importancia, ya sea desde un punto de vista mitológico, cultural o religioso.
En los bestiarios medievales de procedencia pagana se sacraliza con el románico convirtiéndoles en portadores de virtudes o vicios con un fuerte simbolismo moral.
EL MONO, los instintos básicos. EL CIERVO abrevando en los mosaicos de Gala Placidia evocando los salmos y bebiendo de la fuente de la vida, tambien utilizado como símbolo heráldico. EL CORDERO cuyo paralelismo con Jesucristo recuerda la cena judía de Pascua. LEÓN símbolo de fortaleza, nobleza y valentía y en la iconografía cristiana atributo de San Jerónimo y con alas simboliza a San Marcos. LA SERPIENTE símbolo del pecado, LA GOLONDRINA Y LA CIGUEÑA portadoras de buenos presagios, LAS AVES en general el alma salvada, EL JILGUERO símbolo de la pasión , LA GRULLA REPRESENTA LA VIGILANCIA, en este caso aguardando a que uno de los peces se desprenda de la red. EL AVE FÉNIX de singular belleza simboliza la Resurrección de Cristo (capaz de resurgir de sus propias cenizas) EL GALLO con la llegada del nuevo día como ave vigilante que aparece en las veletas, EL PELÍCANO QUE ALIMENTAA SUS CRÍAS con su propia sangre, se asocia a Jesucristo quien da la vida por nosotros.
Los gestos hablan más que las imágenes y que las palabras. Los gestos...hay, en esta Palabra de Dios que hemos leído, dos gestos: Jesús que sirve, que lava los pies...Él, que era el ‘jefe’, lava los pies de los demás, a los suyos, a los más pequeños. Un gesto. El segundo gesto: Judas que va donde los enemigos de Jesús, donde aquellos que no quieren la paz con Jesús, a tomar el dinero con el que lo traicionó, las 30 monedas. Dos gestos.
También hoy, aquí, hay dos gestos: esto, todos nosotros, juntos: musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, pero hermanos, hijos del mismo Dios que queremos vivir en paz, integrados. Un gesto. Tres días atrás, un gesto de guerra, de destrucción en una ciudad de Europa, de gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de aquel gesto, como detrás de Judas, habían otros.
Detrás de Judas estaban aquellos que dieron el dinero para que Jesús fuese entregado. Detrás de ‘aquel’ gesto, están los fabricantes, los traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz; que quieren la guerra, no la fraternidad.
Dos gestos, lo mismo: Jesús lava los pies, Judas vende a Jesús por dinero. Ustedes, nosotros, todos juntos, diversas religiones, diversas culturas, pero hijos del mismo Padre, hermanos. Y allá, pobrecitos aquellos, que compran las armas para destruir la fraternidad.
Hoy, en este momento, cuando haga el mismo gesto de Jesús de lavar los pies a ustedes doce, todos estamos haciendo el gesto de la fraternidad y todos decimos: ‘Somos diversos, somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz’. Y este es el gesto que hago con ustedes.
Cada uno de nosotros tiene una historia encima, cada uno de ustedes tiene una historia encima. Tantas cruces, tantos dolores, pero también tiene un corazón abierto que quiere la fraternidad. Cada uno, en su propia lengua religiosa, rece al Señor para que esta fraternidad se contagie en el mundo, para que no haya las 30 monedas para matar al hermano, para que siempre haya la fraternidad y la bondad. Así sea.