MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA JMJ 2017 "EL TODOPODEROSO HACE GRANDES COSAS POR MI"
En octubre de 2018, la Iglesia celebrará el Sínodo de los Obispos sobre el tema: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Nos preguntaremos sobre cómo vivís vosotros, los jóvenes, la experiencia de fe en medio de los desafíos de nuestra época.
Nuestra época no necesita de «jóvenes-sofá»
Según el Evangelio de Lucas, después de haber recibido el anuncio del ángel y haber respondido con su «sí» a la llamada para ser madre del Salvador, María se levanta y va de prisa a visitar a su prima Isabel, que está en el sexto mes de embarazo (cf. 1,36.39).
María es muy joven; lo que se le ha anunciado es un don inmenso, pero comporta también un desafío muy grande; el Señor le ha asegurado su presencia y su ayuda, pero todavía hay muchas cosas que aún no están claras en su mente y en su corazón. Y sin embargo María no se encierra en casa, no se deja paralizar por el miedo o el orgullo.
María no es la clase de personas que para estar bien necesita un buen sofá donde sentirse cómoda y segura. No es una joven-sofá (cf. Discurso en la Vigilia, Cracovia, 30 de julio de 2016). Si su prima anciana necesita una mano, ella no se demora y se pone inmediatamente en camino.
San Martín de Porres, uno de los santos patronos de América Latina y de la JMJ de 2019, en su humilde servicio cotidiano tenía la costumbre de ofrecerle las mejores flores a María, como signo de su amor filial. Cultivad también vosotros, como él, una relación de familiaridad y amistad con Nuestra Señora, encomendándole vuestros gozos, inquietudes y preocupaciones. Os aseguro que no os arrepentiréis.
La joven de Nazaret, que en todo el mundo ha asumido miles de rostros y de nombres para acercarse a sus hijos, interceda por cada uno de nosotros y nos ayude a proclamar las grandes obras que el Señor realiza a través de nosotros.
Desde el Vaticano, 27 de febrero de 2017
Memoria de San Gabriel de Nuestra Señora de los Dolores
Hemos visto que el Magnificat brota del corazón de María en el momento en que se encuentra con su anciana prima Isabel, quien, con su fe, con su mirada perspicaz y con sus palabras, ayuda a la Virgen a comprender mejor la grandeza del obrar de Dios en ella, de la misión que él le ha confiado. Y vosotros, ¿os dais cuenta de la extraordinaria fuente de riqueza que significa el encuentro entre los jóvenes y los ancianos? ¿Qué importancia les dais a vuestros ancianos, a vuestros abuelos?
Vosotros, con sobrada razón, aspiráis a «emprender el vuelo», lleváis en vuestro corazón muchos sueños, pero tenéis necesidad de la sabiduría y de la visión de los ancianos. Mientras abrís vuestras alas al viento, es indispensable que descubráis vuestras raíces y que toméis el testigo de las personas que os han precedido.
La oración de María es revolucionaria, es el canto de una joven llena de fe, consciente de sus límites, pero que confía en la misericordia divina. Esta pequeña y valiente mujer da gracias a Dios porque ha mirado su pequeñez y porque ha realizado la obra de la salvación en su pueblo, en los pobres y humildes. La fe es el corazón de toda la historia de María. Su cántico nos ayuda a comprender cómo la misericordia del Señor es el motor de la historia, tanto de la persona, de cada uno de nosotros, como del conjunto de la humanidad.
Cuando Dios toca el corazón de un joven o de una joven, se vuelven capaces de grandes obras. Las «cosas grandes» que el Todopoderoso ha hecho en la vida de María nos hablan también del viaje de nuestra vida, que no es un deambular sin sentido, sino una peregrinación que, aun con todas sus incertidumbres y sufrimientos, encuentra en Dios su plenitud (cf. Ángelus, 15 de agosto de 2015). Me diréis: «Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer?».
Ser joven no significa estar desconectado del pasado
María es poco más que una adolescente, como muchos de vosotros. Sin embargo, en el Magnificat alaba a su pueblo, su historia. Esto nos enseña que ser joven no significa estar desconectado del pasado. Nuestra historia personal forma parte de una larga estela, de un camino comunitario que nos ha precedido durante siglos.
Como María, pertenecemos a un pueblo. Y la historia de la Iglesia nos enseña que, incluso cuando tiene que atravesar mares revueltos, la mano de Dios la guía, le hace superar momentos difíciles. La verdadera experiencia en la Iglesia no es como un flashmob, en el que nos damos cita, se realiza una performance y luego cada uno se va por su propio camino.
También vosotros, jóvenes, si reconocéis en vuestra vida la acción misericordiosa y omnipotente de Dios, podéis hacer grandes cosas y asumir grandes responsabilidades.
Cómo mantenerse unidos, siguiendo el ejemplo de María
De María se dice que conservaba todas las cosas, meditándolas en su corazón (cf. Lc 2,19.51). Esta sencilla muchacha de Nazaret nos enseña con su ejemplo a conservar la memoria de los acontecimientos de la vida, y también a reunirlos, recomponiendo la unidad de los fragmentos, que unidos pueden formar un mosaico. ¿Cómo podemos, pues, ejercitarnos concretamente en tal sentido? Os doy algunas sugerencias.
Al final de cada jornada podemos detenernos unos minutos a recordar los momentos hermosos, los desafíos, lo que nos ha salido bien y, también, lo que nos ha salido mal. De este modo, delante de Dios y de nosotros mismos, podemos manifestar nuestros sentimientos de gratitud, de arrepentimiento y de confianza, anotándolos también, si queréis, en un cuaderno, una especie de diario espiritual.
Para construir un futuro que tenga sentido, es necesario conocer los acontecimientos pasados y tomar posición frente a ellos (cf. Exhort. ap. postsin. Amoris Laetitia, 191,193). Vosotros, jóvenes, tenéis la fuerza; los ancianos, la memoria y la sabiduría. Como María con Isabel, dirigid vuestra mirada hacia los ancianos, hacia vuestros abuelos. Ellos os contarán cosas que entusiasmarán vuestra mente y emocionarán vuestro corazón.
Fidelidad creativa para construir tiempos nuevos
Es verdad que tenéis pocos años de vida y, por esto mismo, os resulta difícil darle el debido valor a la tradición. Tened bien presente que esto no significa ser tradicionalistas. No. Cuando María en el Evangelio dice que «El Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí» (Lc 1,49), se refiere a que aquellas «cosas grandes» no han terminado, sino que continúan realizándose en el presente.
No se trata de un pasado remoto. El saber hacer memoria del pasado no quiere decir ser nostálgicos o permanecer aferrados a un determinado período de la historia, sino saber reconocer los propios orígenes para volver siempre a lo esencial, y lanzarse con fidelidad creativa a la construcción de tiempos nuevos.
San Martín de Porres, uno de los santos patronos de América Latina y de la JMJ de 2019, en su humilde servicio cotidiano tenía la costumbre de ofrecerle las mejores flores a María, como signo de su amor filial. Cultivad también vosotros, como él, una relación de familiaridad y amistad con Nuestra Señora, encomendándole vuestros gozos, inquietudes y preocupaciones. Os aseguro que no os arrepentiréis.
La joven de Nazaret, que en todo el mundo ha asumido miles de rostros y de nombres para acercarse a sus hijos, interceda por cada uno de nosotros y nos ayude a proclamar las grandes obras que el Señor realiza a través de nosotros.
Desde el Vaticano, 27 de febrero de 2017
Memoria de San Gabriel de Nuestra Señora de los Dolores