En sus versiones de «El beso» –se exhiben varias en la exposición– los amantes se funden, perdiendo su identidad, en imágenes que se
hacen cada vez más abstractas. La muerte de su padre sumió al pintor en una depresión. La melancolía y la soledad –parejas de espaldas mirando al mar, personas ensimismadas sin hablarse, en obras maestras como «Madre e hija»,
«Melancolía», «Los solitarios» o «Atardecer»– y nocturnos –noches estrelladas, sombras y ventanas iluminadas, en préstamos tan
destacados como «La tormenta», del MoMA– son otros de los arquetipos munchianos que aborda la muestra. Strindberg lo definió como
«el pintor esotérico del amor, de los celos, de la muerte y de la tristeza».