Pero ¿Qué es lavida humana?
Es la eterna pregunta que cada uno tenemos que responder si
queremos encontrar el camino de la felicidad. Para la filosofía de moda es simplemente: “un frenesí, una ilusión, un sueño”, sin embargo, esta respuesta nos deja insatisfechos y descubrimos que
no es más que una evasiva para no ir alfondo de la cuestión.
En cambio otros, movidos por el sentir de todas las
culturas y por la experiencia acumulada de la humanidad responderán que la vida humana es el don por excelencia que nos posibilita a existir como “espíritus encarnados”, que nos diferencia de los
animales y de la naturaleza, y que da sentido a toda realidad.
Recordemos, por una parte, que la vida humana, a diferencia de las máquinas, no se puede domesticar ni
programar ya que la vida es la biografía de cada persona que
cuenta con los elementos irrenunciables de sus sentimientos y emociones, de su responsabilidad y sobre todo de la libertad. Ello hace que cada ser humano sea único e
irrepetible.
Por todo ello y
mucho más, se entenderá cómo la defensa de la vida se ha convertido para la Iglesia en la primera preocupación de su acción misionera en el actual siglo XXI y no deja de invitar a todos a amar la
vida apasionadamente, no sólo en la flor de la juventud, sino también cuando llega el otoño de la existencia y afloran las flaquezas y enfermedades.
Porque no amar y valorar el tesoro más genuino de nuestro ser “imagen y semejanza del Creador” (Gn 1,26), es
haber sucumbido a la muerte antes que ésta haya llamado a nuestras puertas. ¡Sólo el
amor es más fuerte que la muerte y únicamente se tiene vida en abundancia cuando la donamos a los demás! (cf. Cant 8,6; Mc 8,34-38).
Los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad somos convocados a: “ser promotores de una civilización que ame la vida, la respete y la proteja según la voluntad del Creador” (Benedicto XVI).
EL PAPA FRANCISCO EN RIO DE JANEIRO...
El Documento conclusivo de Aparecida nos
lo
recuerda: "Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños
porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten la
experiencia y la sabiduría de su vida" (n. 447). Esta relación, este
diálogo entre las generaciones, es un tesoro que tenemos que preservar y
alimentar. En estas Jornadas de la Juventud, los jóvenes quieren saludar a los
abuelos. Los saludan con todo cariño. Ellos, los jóvenes, saludan a sus abuelos con mucho afecto y les agradecen el testimonio de sabiduría que nos ofrecen continuamente.